Devocionales Bíblicos Jesus Is Life

BENDITOS LOS QUE CREEN SIN VER

JUAN 20:24 Tomás, uno de los doce discípulos … no estaba con los otros cuando llegó Jesús. 25 Ellos le contaron: ¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado. 26 Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: La paz sea con ustedes. 27 Entonces le dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree! 28 ¡Mi Señor y mi Dios! exclamó Tomás. 29 Entonces Jesús le dijo: Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme. NTV.

Desde el momento que Jesucristo partió a la presencia de Dios Padre, Su nacimiento, sus milagros, Su muerte, resurrección y ascensión al reino de los cielos ha sido predicada a los hombres en distintas partes del mundo. Pero gran número de hombres no han aceptado esta proclamación, pues dudan que la vida de Jesucristo en este mundo haya sido algo que realmente ocurrió. Con esta incerteza en sus corazones, alegan que solo creerían en este mensaje que se predica, si Jesucristo se les presentara personalmente, e hiciera alguno de los milagros que son descritos en la Biblia. Esta duda en cuanto a la vida ministerial de Jesucristo o su resurrección de entre los muertos, también la manifestó uno de los doce hombres que habían permanecido junto a Él por casi tres años. Este discípulo no creyó cuando el resto de los discípulos le contaron que Jesucristo se había manifestado en medio de todos ellos.

Luego de un día ajetreado, con dudas y certezas en cuanto a la resurrección de su Maestro, al caer la noche los discípulos a excepción de Tomás, se reunieron en una casa y con las puertas bien cerradas empezaron a comentar todo lo que les había ocurrido en ese día, siendo el tema principal de los comentarios la resurrección de su Maestro. Mientras comentaban, el Señor apareció en medio de ellos, les mostró Sus heridas en sus manos para que tengan la certeza de que realmente era Su Maestro que había resucitado de entre los muertos, tal como les había anunciado con anterioridad. Terminada la noche, Jesucristo se marchó de entre ellos. Los discípulos cuando vieron a Tomás, uno de ellos, le contaron la experiencia de haber visto a Jesús resucitado, pero Tomás quiso ver por él mismo a su Maestro y tocar sus heridas para creer que realmente Él había resucitado de entre los muertos.

Ocho días más tarde, el Señor se apareció de nuevo a Sus discípulos cuando se encontraban reunidos en una casa con las puertas bien aseguradas por el temor de la persecución por parte de los líderes judíos. En esta nueva reunión, Tomás se encontraba con ellos. en esta oportunidad al igual que en la anterior, el Señor entró en la estancia de forma milagrosa y de nuevo los saludó con un Paz a vosotros. Tras saludar a los suyos, Jesús se volvió hacia Tomás y presentó delante sus ojos la prueba exacta que Tomás había exigido, le dijo: Pon aquí tu dedo y mira mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Tomás no tuvo que examinar las heridas de su Maestro con solo verle de frente le bastó, confesó su fe en Jesús y declaró de todo corazón que Él era su Señor y su Dios. Tras la confesión de fe de Tomás, Jesús le dijo: Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme. La fe en Jesucristo no debe basarse en pruebas tangibles de su existencia, debe bastar la revelación que se encuentra de Él en las Sagradas Escrituras, lo cual sería de más bendición para los hombres.

Queridos hermanos. En la actualidad, al igual que Tomás, algunas personas piensan que creerían en el evangelio que se predica si vieran un milagro o una señal categórica que afirmaran la existencia de Jesucristo.

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Pero pese a todas estas profecías cumplidas en Jesucristo, los líderes religiosos del pueblo judío no mostraron arrepentimiento de sus actos en contra de Jesús, sino que sin ninguna clase de remordimiento siguieron adelante con sus planes para exterminarlo definitivamente. Hermanos. Si no mostramos amor, compasión y misericordia por nuestro prójimo, la religión que profesamos es vana, y nos hace iguales a los líderes religiosos del pueblo judío en los tiempos de Jesus, pues ellos decían adorar a Dios, pero no mostraron ninguna clase de amor, compasión y misericordia por Aquel que colgaba en el madero. En su lugar, se aseguraron de que Jesucristo muriera y así seguir adelante practicando su religiosidad, hueca y vacía, sin temor ni reverencia a Dios.

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INTERROGATORIO A JESÚS

JUAN 18:12 Así que los soldados, el oficial que los comandaba y los guardias del templo arrestaron a Jesús y lo ataron. 13 Primero lo llevaron ante Anás, el suegro de Caifás, quien era sumo sacerdote en ese momento. 19 Adentro, el sumo sacerdote comenzó a interrogar a Jesús acerca de sus seguidores y de lo que les había estado enseñando. 20 Jesús contestó: Todos saben lo que enseño. He predicado con frecuencia en las sinagogas y en el templo, donde se reúne el pueblo. No he hablado en secreto. 21 ¿Por qué me haces a mí esa pregunta? Pregúntales a los que me oyeron, ellos saben lo que dije. NTV.

Toda persona que es arrestado por infringir una ley, es llevada a un centro de detención provisional, antes de ser llevado a los tribunales de justicia para que sean juzgados y sentenciados por sus acciones delictivas. En el centro detención provisional, los agentes de justicia toman los datos del detenido y sus primeras declaraciones, para luego trasladarlos ante los magistrados de la corte. Algo similar sucedió con Jesucristo luego de ser arrestado por los soldados romanos y los guardias del templo de Jerusalén. El unigénito Hijo de Dios no fue llevado directamente ante una autoridad romana para que sea juzgado y sentenciado por los cargos que tenían en su contra, sino que fue llevado ante Anás, el suegro de Caifás, quien era sumo sacerdote del templo de Jerusalén en ese período de tiempo.

Durante su arresto, Jesús no puso ninguna clase de resistencia, pese a que su arresto era injusto, ya que su arresto ocurrió a la mitad de la noche, cosa que no estaba permitido bajo la legislación judía y romana. Al igual, los soldados romanos y los guardias del templo, no presentaron ningún cargo en contra de Jesús para arrestarlo, solamente lo identificaron, le ataron las manos y lo llevaron de inmediato a la residencia del sumo sacerdote Anás, que había sido sumo sacerdote y que era suegro del actual sumo sacerdote, Caifás. Esta residencia era un palacio cuyos muros exteriores rodeaban un patio donde siervos y soldados se calentaban junto a un fuego.

Los líderes religiosos del pueblo judío estaban apurados; querían completar la ejecución de Jesús antes del día de reposo y seguir adelante con la celebración de la Pascua. Por eso, en la misma noche de su arresto, Jesús tuvo una audiencia previa al juicio ante Anás antes de que lo llevaran a Caifás y a todo el Sanedrín. Una vez en presencia de Anás, El Señor tuvo su primer interrogatorio, pero este interrogatorio no era formal, ya que en una audiencia judía formal, interrogar al acusado podría ser ilegal porque un caso debía fundarse en el testimonio de dos o varios testigos, pero en ese momento, no había testigos que acusasen a Jesús de haber infringido alguna ley judía o romana. En este interrogatorio previo, Anás astutamente no acusó directamente a Jesús para no infringir la ley judía, sino que le preguntó acerca de sus discípulos y de su doctrina que estaba llevando adelante, para ver si podía encontrar algún punto débil en la respuesta y utilizarlo en contra de Jesús durante el juicio en el Sanedrín.

Jesús tenía el conocimiento del complot que se estaba armando en su contra, por eso no cayó en ella, y le dio una pronta respuesta Anás. El Señor le dijo: Mis enseñanzas no son un secreto para nadie, ya que he enseñado abiertamente y con frecuencia en las sinagogas y en el templo de Jerusalén, donde se reúne el pueblo para escuchar la palabra de Dios. ¿Por qué me preguntas a mí esto? Mejor pregúntales a los que me oyeron hablar. Ellos saben perfectamente lo que he estado enseñando y te lo pueden decir. Sin duda la respuesta dada por Jesús es un ejemplo de alguien que en el primer siglo apeló al derecho actual de negarse a contestar a una pregunta ante la posibilidad de auto incriminarse.

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ORACIÓN DE CRISTO POR LOS SUYOS

JUAN:17:9 Mi oración no es por el mundo, sino por los que me has dado, porque te pertenecen. 10 Todos los que son míos te pertenecen, y me los has dado, para que me den gloria. 11 Ahora me voy del mundo; ellos se quedan en este mundo, pero yo voy a ti. Padre santo, tú me has dado tu nombre; ahora protégelos con el poder de tu nombre para que estén unidos como lo estamos nosotros. 12 Durante el tiempo que estuve aquí, los protegí con el poder del nombre que me diste. Los cuidé para que ni uno solo se perdiera… 14 Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo. 15 No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. NTV.

No en todos los países del mundo existe la libertad de culto, esto se debe a que el estado en si están casados con una creencia religiosa, razón por la cual toda la población debe adoptar esa creencia religiosa, y adorar a la divinidad oficial de la nación. Todos los que no se aliñen a la religión oficial y practiquen otras religiones o adoren a otros
dioses, son condenados por quebrantar la ley. En estos países donde no existe libertad de culto, odian a todos los que profesan la fe en Jesucristo, el Unigénito Hijo del único Dios verdadero. El odio por los seguidores de Cristo, no solo son palpables en las naciones donde no existe la libertad de culto, sino también en los países que sí existe esta libertad. En estos países, el odio hacia los cristianos es por parte de las personas inconversas que rehúsan aceptar el mensaje del evangelio que da salvación y vida eterna.

El odio hacia los hijos de Dios, ha sido una constante a lo largo de la historia humana, siendo evidente en la vida del pueblo escogido de Dios en el período del antiguo testamento. Este odio persistía en los tiempos que Jesucristo estuvo en este mundo, persiste en la actualidad y seguirá persistiendo hasta el momento que Dios ponga fin a la maldad del adversario y todos sus seguidores. Jesucristo palpó en su vida misma el odio que tenían los siervos del maligno por los escogidos de Dios, pues los líderes religiosos del pueblo judío trataban de exterminarlo a Él y a todos sus discípulos, para que no siguiera adelante compartiendo el mensaje del arrepentimiento, la salvación y la vida eterna.

Ante esta amenaza de estos hombres perversos, el Unigénito Hijo de Dios había protegido efectivamente a sus discípulos para que no sean lastimados por los sirvientes del maligno, pero esta protección pronto iba dar fin ya que Él estaba a punto de partir al reino de Su amoroso Padre Celestial. Por eso para que sus discípulos no quedaran desamparados tras su partida de este mundo, el Señor extendió su profundo clamor a Su Padre, para que en su ausencia de este mundo, Él los cuidara con ese mismo amor que los había cuidado, ya que sus discípulos le pertenecían a Su Padre y Él los había dado a Su Hijo para que los cuidara y los instruyera en los caminos de la verdad y la justicia.

La oración de Jesucristo no fue para que su Padre quitara a sus discípulos de este mundo, sino para que los protegiera de toda asechanza maligna mientras estuvieran en este mundo, compartiendo todas las enseñanzas que Él los había transmitido. Además, la oración de Cristo, no solo fue por los discípulos que habían permanecido junto a Él a lo largo de su ministerio, sino también por todas las personas que iban a aceptar el evangelio que ellos iban a compartir. Sin duda cuando el Señor hizo esta oración a Su padre, tenía presente a todos los que iban a formar parte de su cuerpo, y así todos sus seguidores disfruten de la protección y el cuidado de Su Padre, hasta que Él regrese a este mundo por los suyos para llevarlos a su reino y moren eternamente junto a Él.

Queridos hermanos. Aun cuando existe libertad de culto en un gran número de países del mundo, el odio hacia los seguidores de Cristo persiste, quienes bajo la influencia del maligno, con diferentes art

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EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO

JUAN 16:4 Les digo estas cosas ahora para que, cuando sucedan, recuerden mi advertencia. No las mencioné antes porque todavía iba a estar un tiempo más con ustedes. 5 Pero ahora voy a aquel que me envió, … 7 … , es mejor para ustedes que me vaya porque, si no me fuera, el Abogado Defensor no vendría. En cambio, si me voy, entonces se lo enviaré a ustedes. 8 Y, cuando él venga, convencerá al mundo de pecado y de la justicia de Dios y del juicio que viene. 13 Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad. Él no hablará por su propia cuenta, sino que les dirá lo que él ha oído y les contará lo que sucederá en el futuro. 14 Me glorificará porque les contará todo lo que reciba de mí. NTV.

Es frustrante para algunos seguidores de Cristo cuando ven que su trabajo de proclamar las Buenas nuevas de salvación a los inconversos no fructifica. Pero los que comparten el evangelio no deben sentirse tristes o afligidos cuando los conversos no aceptan el mensaje de la cruz, pues la conversión del corazón de un inconverso no depende del que comparte el evangelio, sino de la tercera persona de la Divinidad. El Espíritu Santo de Dios, tiene el poder para convertir un corazón tan duro como la piedra, en un corazón sensible para que el mensaje de las Buenas Nuevas de salvación llegue a las profundidades del ser del inconverso, y produzca el cambió para que acepte a Cristo Jesús en su vida, y así alcance la salvación para su alma.

Tras la partida de Jesucristo al reino de su amado Padre, sus discípulos tendrían que cumplir la tarea de llevar el mensaje de la salvación y la vida eterna a todo el mundo inconverso. Esta tarea sin duda no iba a ser nada fácil, ya que se encontrarían con personas que tendrían un corazón tan duro como la piedra, y rechazarían completamente el evangelio de Jesucristo. Ante esta dificultad que tendrían sus discípulos, su Maestro les prometió que cuando Él fuera a los amorosos brazos de Su Padre Celestial, enviaría al Espíritu Santo para que les ayude a cumplir su tarea de proclamar las Buenas Nuevas de salvación. El Espíritu Santo con Su inmenso poder, convencería a los inconversos de sus pecados y los llamaría al arrepentimiento para que los confiesen a Jesucristo. Además, revelaría la norma de justicia de Dios a todo aquel que acepte el evangelio, porque Jesucristo ya no estaría físicamente presente en este mundo. De la misma manera revelaría el juicio venidero inminente del Hijo de Dios sobre todos los que reúsen aceptar el mensaje de la salvación y la vida eterna.

El Espíritu Santo es el único que puede convencer al incrédulo de que vivir bajo el control del pecado, es inadecuado para la eternidad de su alma. Lo convencerá por medio de la palabra para que abandone esa vida y acepte el maravilloso regalo de la salvación que le ofrece Cristo Jesús. Todos los que acepten el ofrecimiento gratuito de Jesucristo, recibirán el perdón de todos los pecados pasados, presentes y futuros, sin excluir ninguno de ellos. Pero cuando voluntariamente rechazan el testimonio del Espíritu Santo de Dios por medio de la Palabra y se niegan a creer en Jesús, pierden el perdón que él les da y son condenados en su pecado. La obra del Espíritu consiste en guiar a los hijos escogidos de Dios hacia toda la verdad, para que puedan alcanzar la salvación y la vida eterna en el reino de Dios. Pero sobre todos los que rechazan ser guiados por Su poder, Su obra es condenatoria por reusarse a arrepentirse de sus pecados y no creer en el Unigénito Hijo de Dios. Ellos serán condenados a una eternidad de sufrimiento en el lago de fuego, preparado de antemano para satanás y todos sus aliados.

Queridos hermanos. Jesucristo fue al reino de su amado Padre eterno, y envió al Espíritu Santo para que permaneciera junto a todos sus seguidores y les ayude a cumplir con la tarea de proclamar las buenas nuevas de salvación al mundo inconverso. El Espíritu Santo es el único que puede convencer a los inconversos p

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